Filomena no nació para ser una marca más en tu estante. Nació de una convicción profunda: la expedición más importante de tu vida no es a una montaña lejana, es hacia adentro.
Somos un campamento base para la mujer exploradora.
La exploradora no es la que no tiene miedo, es la que avanza a pesar de él. Es la que se atreve a navegar sus propias sombras para encontrar su luz. La que entiende que sus cicatrices no son debilidades, sino el mapa de su resiliencia.
Ser una exploradora es encontrar la belleza en lo salvaje, en lo imperfecto, en lo real. Es nutrir tu piel no para verte más joven, sino para sentirte más Vos.
Creemos en el poder de la naturaleza, en la sabiduría de los ciclos y en la capacidad infinita de regenerarnos. Porque cada día, como la rosa mosqueta que transforma una herida en piel nueva, tenes la oportunidad de volver a empezar.
#SoyExploradoraFilomena*
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Durante años, sentí que luchaba contra un destino invisible. Un patrón de escasez que se repetía en mi linaje, que me susurraba que las oportunidades no eran para mí. Crié a mi primer hijo, Lorenzo, sola, con el amor como único capital y el miedo como compañero constante.
Filomena nació en Bariloche, de la necesidad más pura: la de sobrevivir. Pero también nació de un descubrimiento: la rosa mosqueta. En ese aceite puro de la Patagonia no solo vi un ingrediente, vi un espejo de mi propia historia. Vi su increíble capacidad de regenerar, de sanar, de transformar una herida en piel nueva y fuerte.
El camino no fue una línea recta. Hubo momentos de una soledad inmensa, de sentir que tocaba fondo, de perderlo casi todo y tener que volver a empezar, una y otra vez. Hubo personas que no entendieron el alma de este proyecto y estafas que me dejaron sin capital.
Pero cada caída, cada cicatriz, se convirtió en una lección. Cada vez que me levantaba, entendía más profundamente el significado de la palabra "regeneración".
Hoy, con 44 años y junto a mis hijos Lorenzo e Ignacio, que son mi motor, entiendo que Filomena no es mi historia. Es la historia de todas nosotras. Es la prueba de que no importa de dónde venís ni cuántas veces te has caído. Dentro tuyo tenes el poder de la rosa mosqueta: la capacidad de sanar, de florecer y de convertir cada marca del camino en una parte hermosa de tu paisaje.
Gracias por ser parte de esta expedición.
Con todo mi cariño,
Mily.